Pedro Jurado apenas daba crédito a lo que le ocurrió en las pasadas Navidades. O sí, porque no era la primera vez. Envió una carta de felicitación a Alemania a unos familiares a principios de diciembre y les avisaba de que un mes después iría a visitarlos.
Dando ya por pérdida la felicitación, tras su estancia allí, llegó la misiva cuando él ya se había marchado, incluso. Este alicantino no tiene en muy buena consideración el servicio postal, puesto que ha sufrido retrasos parecidos, de varias semanas, para otras cartas remitidas a Barcelona.
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